Por María Angélica Aparicio P. Los perros me causaban un miedo terrible. Ver uno, dos o tres en mi entorno, era pegar desafinados alaridos. Me iba mejor con los insectos, los caballos y las vacas cebú; hasta soportaba los sapos que asomaban su odiosa lengua por la cañería, en épocas de lluvia. Oír a un … Sigue leyendo ¡No me ladres…!
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