Ante la grave crisis social y humanitaria que padecen múltiples comunidades en el Valle del Cauca, a través de un comunicado, el arzobispo de Cali y los obispos de Palmira, Cartago, Buga y Buenaventura, piden a los actores armados ilegales detener todo tipo de hostigamiento y atentado contra la vida y bienes de las personas y familias de la región, así como contra la naturaleza. 


En este mensaje, monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, monseñor Édgar de Jesús García Gil, monseñor César Alcides Balvín Tamayo, monseñor José Roberto Ospina Leongómez y monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, dan continuidad al llamado general hecho por todos los obispos al pueblo colombiano al cierre de su más reciente Asamblea Plenaria, titulado “Apártense del mal y hagan el bien, busquen la paz y corran tras ella” (1 Pedro 3, 11). 
 

Esta urgencia está enmarcada en la dolorosa situación de incertidumbre, zozobra y miedos que buena parte de nuestra población está sufriendo a causa de los atentados, asesinatos, secuestros, desplazamientos, desapariciones, reclutamientos forzados, extorsiones y amenazas de diversa índole, especialmente contra jóvenes -hombres y mujeres- y empresarios pequeños y grandes, así lo han dicho los prelados, quienes también evocan varias situaciones concretas que se han presentado recientemente en municipios como Tuluá, Buenaventura, Jamundí y Cali.
 

Además, en el mensaje, los cinco pastores de la Iglesia que peregrina en el Valle del Cauca, recuerdan que el “respeto de la vida humana no es asunto religioso, ni un capricho de la Iglesia Católica, sino un “derecho fundamental que supera creencias y posiciones políticas, religiosas, ideológicas, sociales o culturales. Por esto, han renovado su compromiso con orar, trabajar y continuar estableciendo puentes para la paz. 

COMUNICADO

Dando continuidad al mensaje de nuestra reciente Asamblea de Obispos, “Apártense del mal y hagan el bien, busquen la paz y corran tras ella” (1 Pedro 3, 11), el arzobispo de Cali y los obispos de Palmira, Cartago, Buga y Buenaventura, responsables del acompañamiento espiritual a los fieles de la Iglesia Católica del Valle del Cauca, conocedores de primera mano de la grave crisis social que atravesamos y de la dolorosa situación de incertidumbre, zozobra y miedos que buena parte de nuestra población está sufriendo a causa de los atentados, asesinatos, secuestros, desplazamientos, desapariciones, reclutamientos forzados, extorsiones y amenazas de diversa índole, especialmente contra jóvenes -hombres y mujeres- y empresarios pequeños y grandes, enviamos este mensaje en nombre de todos los que están sufriendo el flagelo de la violencia armada.

La violencia trae más violencia. El temor lleva a la desesperanza. Por eso, en nombre de Dios, Señor de la vida y de la paz, pedimos que cese todo hostigamiento y atentado contra la vida y bienes de las personas y familias, así como los atentados contra la casa común. Ninguna muerte tiene justificación: ni la que brota de la violencia intrafamiliar, por ejemplo, lo acaecido en Tuluá hace pocos días; ni las que se dan por luchas territoriales, como en Buenaventura; o por controlar las rutas de la distribución de narcóticos, como en Jamundí; o las que puedan estar detrás de las centenares de muertes en este semestre en Cali y en todo el Departamento, bajo la denominación de rendición de cuentas.

¡En nombre de Dios pedimos a los alzados en armas: ¡no más muerte, no más asesinatos! Unido a este clamor a los alzados en armas de todas las vertientes, hacemos un llamado a las autoridades civiles, para que, en los planes de acción social, junto con el Gobierno Nacional, hagan posible que se cumplan los acuerdos firmados con líderes y grupos sociales en orden a garantizar la superación de las causas que están llevando a este espiral de violencia.

Todos somos hijos de Dios y nadie puede atribuirse el derecho de decidir quién vive o quién debe morir. La vida es sagrada. El respeto de la vida humana no es asunto religioso, ni un capricho de la Iglesia Católica. Respetar la vida es un derecho fundamental que supera creencias y posiciones políticas, religiosas, ideológicas, sociales o culturales. Es un derecho natural.

Que la tierra bendita del Valle del Cauca, con su mar, ríos, quebradas y selvas, cordilleras, llanuras, verdes sembrados, ciudades con deseo de crecer y desarrollarse, con gentes emprendedoras y soñadoras, pueda experimentar nuevamente la dulzura de la paz, a la manera del manjar blanco que, cocinado en fuego lento, llena de gozo a todo aquel que lo saborea.

La Iglesia Católica de Colombia y del Valle del Cauca, renueva su compromiso de orar, trabajar y establecer puentes para que un día vivamos todos en paz.

La Madre de Dios, en las queridas advocaciones de Nuestra Señora de Los Remedios en Cali, Nuestra Señora del Rosario del Palmar, en Palmira, Nuestra Señora de la Victoria en Buga, Nuestra Señora del Carmen en Buenaventura y Nuestra Señora de la Paz, en Cartago, haga posible el desarme de los corazones y manos de quienes creen encontrar en las armas la solución a sus conflictos.

El Valle del Cauca tiene futuro y todos deben valorarse a sí mismos y sus familias.

Creemos leer el deseo profundo que brota del corazón de todos los hermanos colombianos, para afirmar categóricamente: ¡ a la vida! ¡No más atentados, no más asesinatos!

ORIGINAL FIRMADO

+ Luis Fernando Rodríguez Velásquez                       + Édgar de Jesús García Gil Arzobispo de Cali                                                                                Obispo de Palmira

+ César Alcides Balvín Tamayo                                 + José Roberto Ospina Leongómez

Obispo de Cartago                                                      Obispo de Buga

+ Rubén Darío Jaramillo Montoya Obispo de Buenaventura.

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